sábado, 21 de septiembre de 2013

AMBITO DE DESARROLLO Y EXPANSIÓN


En 1933, cuando la arquitectura racionalista se halla en su cénit, se produce un súbito paro que puede considerarse crítico en la evolución del quehacer edilicio. La absoluta geometría, la pureza de formas abstractas y la lógica constructiva que tanto entusiasmo provocó entre sus elaboradores no llegó a calar en el fondo de la sensibilidad de sus contemporáneos. Por otra parte la desconfianza del gran capital hacia las nuevas aventuras impidió que se llevasen a cabo grandes programas de reforma edilicia y urbanística que hubiesen convencido con la fuerza de su verdad a los hombres de su tiempo.

En esta situación la crisis creadora provocada por los regímenes totalitarios europeos y él estallido de la Segunda Guerra Mundial detienen toda actividad constructora. La continuidad de la obra arquitectónica se desarrollará en América, donde la joven sociedad, ávida de novedades, aceptará de buen grado el caudal creativo que llegaba de Europa. Pero en América se había ido desarrollando una arquitectura también nueva, absolutamente moderna, pero menos intelectual que la europea.

Es la arquitectura orgánica. Ésta toma al hombre como referencia constante, pero no para ordenar medidas, como hiciera LE CORBUSIER, sino en un sentido más individual, quizás más directo y más poético.

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